sábado, 30 de noviembre de 2013

A day at New York Barbershop

Adoro a los hombres, he de reconocerlo.
 Algunos hablarán del complejo de Electra, yo hablo de fascinación ante el género masculino. Los hombres… tan parecidos a las mujeres y tan diferentes, desatan mi curiosidad por alcanzar a conocerlos a todos, sus historias, sus desamores, sus conflictos interiores, sus inseguridades y sus pasiones.

Siempre tuve una afinidad especial con mis compañeros de aventuras; buscando tesoros en el parque, jugando al fútbol en el recreo, batallando con los GIJOE de mi hermano o preparando alguna investigación sobre el funcionamiento de los objetos cotidianos en mi cuartel secreto.
 A pesar de los esfuerzos de mi madre mi feminidad era distinta. En mi pre adolescencia abandoné mis vestidos para no despegarme de mis vaqueros y mis inquietudes se alejaban del centro comercial donde mis amigas invertían su tiempo probándose ropa y maquillándose.

Mis grandes influencias en la vida son también masculinas, escritores, cantantes, músicos, actores, peluqueros… Hombres que marcaron un antes y un después al descubrirlos y que guiaron mis pasos en la búsqueda del conocimiento.

Cuando comencé con 17 años a trabajar en peluquería recuerdo el pavor al atender a cualquier señora que sobrepasase los 55 años, eran un completo galimatías para mí, sus peticiones no tenían sentido “peiname hacia atrás, de lado y sin ralla”, no entendía porque escogían colores tan estridentes para esmaltar sus uñas ni porque me trataban como si fueran amas y señoras de mi persona. Que paz cuando un caballero aparecía por la puerta, su lenguaje sencillo y claro, su predisposición a decir sí a todas mis sugerencias  y su amabilidad marcaban la diferencia.

Fui creciendo y entendiendo mejor a las mujeres, mi madre fue durante muchisimos años la única influencia femenina a mi alrededor ya que la familia estaba demasiado lejos y por eso me llevó quizás más tiempo de lo normal. Encontré mi propia visión de la feminidad, de mi estilo y se calmó ese desequilibrio hormonal típico del desarrollo, pero los caballeros seguían siendo mi predilección.

Ellos aún recuerdan tiempos en los que su cuidado estético estaba vinculado a su actividad social, la barbería era lo más parecido a un centro cívico en el que sus padres disfrutaban de buena conversación e introducían a los niños en los hábitos y costumbres masculinos. La transformación de las barberías en salones unisex, la desaparición de la pequeña resistencia debido a longevos barberos y el poco interés de las generaciones posteriores por coger el testigo dieron lugar a un hueco en el mercado que está remontando con fuerza.

Un ejemplo perfecto de ello es la New York Barbershop en Rotterdam, una exclusiva barbería donde la experiencia que te ofrecen se equipara a viajar en el Delorean hasta el barrio del Bronx de los años 30. Robert Lagerman es la cuarta generación de barberos en su familia y ha sabido adaptarse a los nuevos tiempos sin perder la esencia que hacía de las barberías ese lugar especial al que acudir para detener el tiempo y dejarse mimar. Productos de primera calidad para el cuidado del cabello, de la piel y de la barba, marcas de lujo que ofrecen el regalo perfecto a sus clientes, tal y como salir perfumado por Aqua di Parma o disfrutar de una buena copa de Jack Daniels.

Sus barberos; Ivan, Hans y Pascal son especialistas en el Italian Shave, ofrecen cortes clásicos con la más depurada técnica y un trato que engancha y fideliza de tal manera que sus clientes reservan su cita al menos con una semana de antelación.
Detalles que determinaron la decisión de la organización Barberías con Encanto para entregarles el premio a la mejor barbería internacional 2013.

New York Barbershop está situada en los bajos del Hotel New York, antigua sede de Holland Amerika Lijn. La pequeña Manhatan holandesa, con sus grandes rascacielos y joyas de la nueva arquitectura,  tiene en este edificio a su pequeña Galia. Una emblemática construcción que recuerda a todos los visitantes la historia de los emigrantes holandeses que se despedían del viejo continente en búsqueda de nuevas oportunidades.

Un conjunto lleno de matices que completan la experiencia de dejarse mimar por los profesionales de New York Barbershop. Un “Imperdible” de Rotterdam sin niguna duda.


Y luego alguien me preguntará el porqué de mi fascinación por el mundo masculino…




















miércoles, 27 de noviembre de 2013

A day with Madame de Pompadour

Emigrar a un país suele ser sinónimo de tristeza, de distancia, de llamadas internacionales, de adaptación y de lo que los gallegos llamamos morriña.

Soy la tercera generación de emigrantes de mi familia, lo hicieron mis abuelos durante la guerra, mi madre durante la dictadura venezolana y yo he dado el paso en esta etapa neofeudalista que vive España.
Emigrar está teniendo ese sabor agridulce que aunque te lo han descrito mil veces nunca lo has saboreado para comprender la complejidad de matices que este verbo conlleva.

Cuando llegas a un país nuevo, con un idioma que no entiendes, con unas costumbres que alteran tu sentido de lo que es correcto y de lo que roza la mala educación, lo haces con una maleta tan cargada de ilusiones y esperanzas que te hacen ser capaz de recomponerte en los momentos más difíciles y continuar con el proceso de adaptación.

En esta nueva etapa llena de aventuras diarias hoy voy a relataros mi experiencia en el salón de Madame de Pompadour.

Después de casi siete años sin ejercer como peluquera, tal y como en general se entiende este oficio, el hecho volver al salón impone respeto. El amor hacia una profesión, la ilusión de volver a transformar la imagen de aquellos que confían en ti al ponerse en tus manos, el olor de los productos en el ambiente, el protocolo de bienvenida, los pequeños detalles que hacen de ser peluquero una profesión de lujo. Ingredientes esenciales para recordar mis raíces y devolverme gran parte de la felicidad que dejé por el camino.

Madame de Pompadour es un salón muy especial situado en la preciosa ciudad de Utrech. Robin abrió un pequeño salón con un concepto vintage, lleno de antigüedades que te sumergen en un ambiente cálido en el que viajas a una época de mujeres bellas, de peinados sofisticados que realzaban los rasgos del rostro, de vestimenta elegante que ensalzaba las curvas femeninas y amplificaban la feminidad sin perder carácter.
Tuve el privilegio de compartir un día de trabajo y experiencias allí y hacer de mi reestreno algo inolvidable.

Una experiencia altamente recomendable!










miércoles, 20 de noviembre de 2013

A new experience in town

Rotterdam it's a vibrating city, full of colours and amazing people. Since i came here everyday there are new experiences and spots to discover.

Walking throught the central streets the stunning buildings reminds me the big effort of the rotterdamers to rebuild the city after de second world war bombardment. Warm Netherland's people makes you feel surrounded by creativity, entrepreneurship, and the sensation that all is possible.

Kvera it's a proyect borned at this moment, in this city and with the support of my favourite and lovely persons.

After 5 years working in ghd, a great and luxury brand of ironstyles, teaching hairdressers around Spain, participating in show and creative events it's have time to make my dreams come true.

I can remember the illusion's faces of the people at the events, when they didn't expect a new hairstyle and in a few minutes they find a new look in the mirror that they love. I don't want to stop seeing this faces!

That's because i put the pieces together and create Kvera, no matter what kind of event, aniversary, wedding or party you've organize, all your guests will enjoy an unique experience and they will talk about that for months.

At this Blog i'll be writing and sharing experiencies! And I hope you enjoyed like me of the future adventures at this amazing country!

"If you can imagine it;  it will became true"