miércoles, 18 de enero de 2017

Mi pequeño universo.


Recuerdo como si fuera ayer el accidente que me rompió 2 vértebras.
Recuerdo mis atropellados pensamientos y la angustia al pensar que podría perder movilidad.
8 meses de rehabilitación y de nuevo al salón de peluquería.
No aguanté ni 3 meses el ritmo.
Recuerdo la devastadora sensación. Como no podía ver más allá del problema, no podía encontrar solución.

¿Qué podía hacer de mi vida sin ser peluquera?
Mi preparación, mis estudios, mi experiencia… no tenía otra opción que la de trabajar en un salón.

Angustia, miedo, dolor, fueron momentos muy difíciles.

“Sigue nadando” la del pequeño pez azul era la única voz que podía escuchar. “Sigue nadando, nadando, nadando”
Y así lo hice.

Encontré la manera de seguir en mi pequeño universo, ya que para mí, la peluquería, no es sólo un trabajo. Es un estilo de vida.

No puedes evitar observar el cabello de la gente, su maquillaje o la falta de este, su vestuario…un conjunto que le habla a los ojos que saben escuchar.

La nuestra, la de peluqueros y barberos, es una vida de vocación y de servicio, de atención a los detalles, de cuidado y de mimo. De trabajar en tus vacaciones y cuando visitas a familiares y amigos, pues esa conexión que se produce con la persona que confía en tus manos es única y cuando se añade la familiaridad y la amistad se convierten en momentos casi mágicos.

Tenemos una de esas profesiones que ha acompañado y ha evolucionado con el ser humano desde que descubrió que, acicalado, era más atractivo y más saludable y por ello aumentaba la probabilidad de cumplir con las funciones vitales que se requiere a una especie animal.(la de reproducirse principalmente)

Hemos sufrido como profesionales momentos históricos de gloria y ocasiones en las que socialmente no hemos sido tan apoyados y bien valorados, por lo que no sólo debemos preocuparnos de manera individual por nuestra parcela dentro de esta gran industria, tenemos el deber ético de ir más allá y aportar en nuestro entorno, con nuestro trabajo y con nuestro ejemplo, acciones que permitan dibujar una mejor silueta de lo que hoy significa ser peluquero.
Me gustaría que se nos recordase por ser la generación que supo escuchar al siglo en el que vivía, la que se renovó recuperando a su vez valores que fueron devorados por una incesante evolución social.

Mi pequeño universo es este, en el que invierto mis desvelos para escribir sobre sueños y reflexiones, en el que dedico mis horas a crear un futuro diferente, un universo en el que son las personas las que me hablan y sus cabellos se entrelazan dibujando sonrisas. No se vivir sin la peluquería, sin la barbería.

Que felicidad ver a una persona satisfecha con la imagen que le devuelve el espejo, que responsabilidad educarlos para que continúen ese trabajo en casa y que miedo a que no vuelvan. ¿Dónde esta el equilibrio? Pues en el mismo sitio que el equilibrio de una relación entre dos personas que se quieren, deja que un pájaro vuele libre y que vuelva al Nido construido entre los dos. No intentes obligar a su fidelidad mas dale motivos para querer regresar.

No se trata de confeccionar una peluquería compleja que siembre el sentimiento de obligación, se trata de ofrecer algo más, que conecte con una parte de la persona y que se vincule contigo. Que encuentre algo más que color y corte entre tus manos.

Una sonrisa y un par de oídos que escuchen con atención, una mente con formación y criterio que asesore correctamente y un mimo en cómo es atendida y tratada esa persona son las mejores herramientas de las que disponemos y no cuestan dinero, cuestan voluntad y esa no se compra… se cultiva.

Yo aquí sigo, en mi ventana al mundo, en este mi pequeño universo, tramando planes y nuevos proyectos, soñando y dibujando utopías con las yemas de mis dedos.
Seguiremos remando en este vasto océano y disfrutando de los encuentros que la vida nos regala.
Me acompañas?



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